Capitulo 9

 



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-- ¡Felicitaciones, Lucas! – era lo que resonaba en el ambiente sorprendido del entorno de Lucas.

-- ¡Vaya… vaya! ¡No sabíamos cuánto te admira el jefe! – había comentado Ceferino a Lucas, quien se hallaba agrandado con esas palabras tan halagadoras del jefe Toribio. Eran, sin duda, un reconocimiento público de todos sus aciertos. Era justo que se hiciera y se hablara todo lo que se había dicho de Lucas. El jefe se había quedado muy poquito en ese reconocimiento. Pero, algo no andaba del todo bien. Algo de eso percibía Damián, y se lo había comentado a Matías. Por otra parte, el jefe había utilizado la justificación y se decía que había sido muy acertado en la asignación de Lucas para ese desempeño. Damián se preguntaba del por qué el jefe Toribio tenía que dar esas justificaciones, si nadie ponía en duda que había sido más que acertado; además era necesario que hubiese sido así por las cualidades y facilidades de Lucas. Ese dato de ponerse a la defensiva por parte del jefe, estaban indicando que las cosas no estaban bien. No se sabía en qué, concretamente. Eso mismo colocaba a Damián y a Matías a la expectativa. Ya había habido precedentes de esa costumbre del jefe.

Lucas empezó a sentirse apoyado en todo. Las palabras del jefe eran el aval y la aprobación. Nada parecía contradecir todo lo que seguía haciendo Lucas, que desde entonces empezó a ponerse más creativo de lo que ya era por su misma naturaleza y tendencia activas. En esas nuevas actividades involucraba a todas las demás sucursales, al punto de que todas tenían que hacer lo que Lucas proponía. El jefe no discutía las opiniones de Lucas y las imponía a todos los demás. Era Lucas quien estaba tomando el timón de la embarcación. Así lo sentía el propio Lucas, y se sentía lider. En este punto Lucas olvidaba, o no lo sabía, que toda la cuestión del liderazgo es en realidad momentáneo y pasajero. No se es líder. Solamente se está líder. El liderazgo está sometido a las circunstancias. No se nace con condiciones de líder, o como tampoco, se es líder todo el tiempo. Todos en algún momento de la vida hemos tenido que desempeñar ese rol, de manera circunstancial. Pero, no por ello ya se es líder por naturaleza en todo y para todo. Así, por ejemplo, entre los mismos animales existen los machos alfa, que son los que dominan y marcan el poderío en toda la manada. Ese desempeño como condición de macho alfa esta condicionado con el tamaño, la fuerza y el coraje que tenga ese determinado ejemplar que hace las veces de líder. Todos los demás de la comunidad tienen que someterse a ese mando del que ejerce el poder. Pero van surgiendo de manera espontánea, por la fuerza de las nuevas generaciones, de forma evolutiva en lo social de ese grupo, algunos otros que ya tienen las condiciones naturales para luchar por ejercer el poder. Todos llevan ese potencial de macho alfa, que comienza a desarrollarse y a vislumbrarse desde los juegos de cachorros. Ahí comienzan a desarrollar esa fuerza para imponerse, ya que de entre los mismos cachorritos se comienza a ver cuál de todos va a ser el sucesor de la herencia de la jefatura de todo el resto. Los mismos cachorritos van reconociendo la superioridad del más fuerte, y se van retirando en las embestidas juguetonas del que se va imponiendo. Ya en ello hay una predisposición y una sumisión en reconocer quién es el que manda, y quién es el que obedece. Y eso sucede con cada camada nueva de cachorros. De manera que en cada camada nueva, por espacio de un año de diferencia cuando mucho, existen tantos posibles líderes como tantos sean los grupos generacionales que se distancien del macho alfa de turno. Así es la naturaleza. Y en el ser humano, que no es otra cosa que animal evolucionado, pero animal en su esencia primaria y genética, también existe esa misma jerarquía de valores instintivos, reafirmados por inventos y condicionamientos sociales de acuerdo con las épocas. En el caso de los chimpancés, o de los mismos gorilas, el macho alfa busca hacerse sentir en todo. Tiene un grito más fuerte y prolongado que el resto. El tono del ruido de su grito tiene una escala más gruesa y hace que suene como si fuera el sonido de un contrabajo, con su eco característico. Eso hace su tono más grueso, y eso representa el mando. El resto de la manada tiene, por el contrario, un tono más en forma de chillido, lo que significa que están por debajo de la escala del poder y están sometidos. El gorila, que es uno de los primos animales más próximos en la escala de la evolución con el hombre, se golpea el pecho con vehemencia y con ese golpeteo está generando un ruido estruendoso en la demarcación de su territorio, porque ahí el que manda es ese ejemplar. Hace eso para recordar a los demás que es el que está al mando. Y los potenciales machos alfas, que por naturaleza social vienen esperando su momento, responden con otro golpeteo de pecho, pero no tan fuerte y sonoro como el que macho alfa de turno, porque todavía no están lo suficientemente acondicionados para ejercer el liderazgo. Algunos se atreven a enfrentar al gorila dominante de turno, pero se tienen que lidiar en un choque de fuerzas y de poderío, del que a veces salen humillados. Pero, entre enfrentamiento y enfrentamiento, van descubriendo la debilidad y la decadencia del que manda, o van confirmando que todavía no es la ocasión de oponerse en una lucha por desplazarlo, porque aún está en su apogeo su reinado. Y vuelven a someterse por conveniencia y sobrevivencia, para esperar a que las cosas se den por evolución biológica. Se darán. Algunos, sin embargo, se empecinarán en obsesionarse por ese estado pasajero del mando y se las jugarán todas, so pena de la exclusión de la manada. De entre los mismos animales se aplican castigos sociales para el que no se quiere someter, y algunos son penados con la expulsión, y se ven obligados a abandonar la manada. Lo interesante en el caso de los gorilas y de los chimpancés, es que también se genera de manera natural, una especie de organización militar en torno al que manda, para defender al jefe de turno. Con ello los súbditos se están granjeando, igualmente, los favores del macho alfa. También se organiza en comitiva opositora el posible macho alfa emergente, que a veces hasta puede ser del mismo grupo que hace de especie de guardaespaldas del jefe en turno. Otro elemento por de más de interesante es que los machos alfas reinantes son los que se aparean con la mayoría de las hembras, que por lo general se muestran sumisas a la fuerza y a la imposición del que tiene el mando en esos momentos. Y si es otro el ejemplar el que viene a ocupar el puesto, ya porque logró mostrar que es superior al anterior, ya por su mismo envejecimiento, lo desplaza en ese continuo pasar de jefes de turno, entonces, casi siempre el nuevo jefe mata las criaturas que está amamantando la hembra alfa, o la hembra preferida del macho anterior. Nada de lo que existía antes que él, debe permanecer. Se trata de un nuevo reinado y de una nueva prole, porque él es el que manda ahora. Y golpetea su pecho, y emite un grito y mueve los brazos, porque él es que manda, en el caso de los gorilas y de los chimpancés. E, igual sucede entre los leones y los osos. Sobre todo entre los leones, pues la hembra leona no entrará en celo mientras tenga a sus cachorros bajo su tutela y cuidado. Por eso el león que quiere imponerse tiene, primero, que deshacerse de los cachorros de las leonas líderes. Y es natural e instintivo, ya que las leonas de manera inmediata, una vez muertos sus cachorros, entran en celo y se someten al apareo del león nuevo que viene a mandar. Tal cual sucede con los osos. Y se repite la historia biológica y social, hasta que se presente el otro que lo descorone, y que no tardará en suceder porque hay muchos machos alfas en potencia, esperando que se den las circunstancias en su justo momento y tiempo.

Es así el comportamiento animal en su escala social. Por lo menos, de entre algunas de las especies, sobre todo lo más grandes, pesados y fuertes. Porque entre las aves, no sucede de esa manera, pues son las hembras las que escogen y seleccionan. Para eso sirven los diversos coloridos que la naturaleza ha prodigado a esos géneros, en especial a los ejemplares machos que tienen que pavonearse frente a la futura consorte. Los machos de algunas de las aves tienen que hacer alarde de sus coloridos. Para ello extienden las alas, estiran el cuello, expanden a su máxima expresión sus colas frente a la hembra, que se da la tarea de escoger al que mejor le garantice una prole sana y fuerte. Son varios los machos que se paran frente a la hembra a hacer alarde de sus encantos. Para ello silban lo mejor que saben sus melodías, para ayudar a convencerla a la hora de la elección. Algunas veces, se genera una pelea entre los machos, pues la competencia no es conveniente. Y, aún así, no es determinante para la hembra que escoge, aún cuando un macho haya desplazado a otro aspirante. La decisión la toma ella. Pero escoge al que mejor colorido tenga y cante mejor, pues todo está en función de preservar las futuras generaciones, para las que busca garantizar buena herencia genética. Se trata de mejorar su descendencia. 

Así es de perfeccionista la misma naturaleza. Y hasta competitiva desde sus mismas entrañas existenciales.


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