(3) Nerio seguía exponiendo lo motivos en sus consideraciones sobre el apoyo del articulado. Realmente era convincente en su disertación. -- Además – continuó Nerio – ese señor – y se refería al jefe – viene dando señales de que no está bien. -- ¡¿Tú crees?! – refutaba con algo de inseguridad Damián que escuchaba con atención y peguntaba en algunos puntos concretos. Para Damián, Nerio tenía toda la razón en lo que estaba diciendo. Nerio manifestaba sinceridad, y una especie de enemistad o de distanciamiento hacia el jefe, del que a veces se expresaba de manera despectiva; y otras, de manera muy comprensiva, como un hijo que busca hablar con ternura y cariño de su padre, al que pretende proteger con su palabra. Se trataba de estar unos momentos en una postura de animadversión, y en otros instantes en ponerse cariñoso, y hasta escrupuloso, en sufrir por la herida que podría causar. -- ¡Pero…no entiendo! – buscaba una especie de equilibrio, Damián, a la situación ambiv...
(6) Damián, era muy espontáneo y en nada veía malicia. A pesar de sus 47 años, Damián, parecía un muchacho adolescente en su jocosidad y simpleza. Damián no preveía cosa mala en nada. Lo que pensaba lo decía, y muchas de las veces con mucha naturalidad. No veía segundas intenciones. Tampoco, Damián, tenía segundas intenciones. Por lo menos, no se le veía y no las manifestaba, aunque para algunos, Damián, representaba un obstáculo. -- ¡Es bastante atrevido Damián! – había comentado Mateo, quien, a pesar de ese comentario sentía mucha simpatía hacia Damián. En esos cuatro o cinco años largos de incertidumbre y de imprecisiones en el mando, Damián, había sido siempre una espinita que generaba mucha molestia para los jefes, que en este caso eran Silverio, Eugenio y Toribio. A veces se generaba una especie de cuchicheo en plenas reuniones entre Eugenio y Toribio, como indicando que se estaban reservando alguna opinión. Y esa actitud les daba una ventaja sobre todo el conjunto. Les d...
(4) El jefe tenía quince años desempeñando la tarea de jefe en esa región. En un comienzo parecía que todo iba bien. Se había hecho asesorar en algunas cosas de Damián. El jefe había nombrado a Damián de secretario general de las reuniones de las empresas, y estaba a su cargo la tarea de redactar las actas de las reuniones. Esa tarea Damián la había desempeñado con una agilidad sorprendente y resaltaba todos los detalles de las reuniones habidas. Cuando Damián leía en la siguiente reunión el acta de la reunión anterior, todos los que estaban en la sala de reuniones disfrutaban con el estilo fresco y rápido de la redacción de Damián, para dibujar con detalle cada elemento y circunstancia sucedida en la reunión. -- ¡Muy buena… muy buena! – decía el jefe al terminar la lectura de cada acta de la reunión anterior, leída por el proio Damián. Por lo general después de cada lectura del acta correspondiente todos los asistentes terminaban aplaudiendo a Damián. El jefe se se...
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