(3) Nerio seguía exponiendo lo motivos en sus consideraciones sobre el apoyo del articulado. Realmente era convincente en su disertación. -- Además – continuó Nerio – ese señor – y se refería al jefe – viene dando señales de que no está bien. -- ¡¿Tú crees?! – refutaba con algo de inseguridad Damián que escuchaba con atención y peguntaba en algunos puntos concretos. Para Damián, Nerio tenía toda la razón en lo que estaba diciendo. Nerio manifestaba sinceridad, y una especie de enemistad o de distanciamiento hacia el jefe, del que a veces se expresaba de manera despectiva; y otras, de manera muy comprensiva, como un hijo que busca hablar con ternura y cariño de su padre, al que pretende proteger con su palabra. Se trataba de estar unos momentos en una postura de animadversión, y en otros instantes en ponerse cariñoso, y hasta escrupuloso, en sufrir por la herida que podría causar. -- ¡Pero…no entiendo! – buscaba una especie de equilibrio, Damián, a la situación ambiv...
(5) El jefe en relación a Damián, sentía una especie de debilidad moral. El jefe sabía que Damián tenía una especie de dominio sobre él, y había empezado a ignorarlo. Era el dominio de esos y muchos otros temas que le daban la superioridad a Damián sobre el jefe, y sobre muchos de la comitiva inmediata del jefe. Por otra parte, Silverio percibía que Damián tenía ese ascendente intelectual y se sentía como que había que buscar la manera de opacarlo de todas las formas posibles a Damián. Así, una vez, Silverio se había hecho acompañar dos veces de Mateo, para ir en contra de Damián. Pero no había podido avanzar lo suficiente para dar con un golpe certero en esa necesidad de Silverio de aplastar a su adversario en conocimientos. Mientras tanto Silverio iba avanzando en puestos. La ventaja que tenía Damián era que Mateo sentía mucho respeto por Damián, y no se atrevía hacer nada en su contra. Algo había en Damián, que también Mateo se sentía sumiso. Era su aval de intelectual...
(6) Damián, era muy espontáneo y en nada veía malicia. A pesar de sus 47 años, Damián, parecía un muchacho adolescente en su jocosidad y simpleza. Damián no preveía cosa mala en nada. Lo que pensaba lo decía, y muchas de las veces con mucha naturalidad. No veía segundas intenciones. Tampoco, Damián, tenía segundas intenciones. Por lo menos, no se le veía y no las manifestaba, aunque para algunos, Damián, representaba un obstáculo. -- ¡Es bastante atrevido Damián! – había comentado Mateo, quien, a pesar de ese comentario sentía mucha simpatía hacia Damián. En esos cuatro o cinco años largos de incertidumbre y de imprecisiones en el mando, Damián, había sido siempre una espinita que generaba mucha molestia para los jefes, que en este caso eran Silverio, Eugenio y Toribio. A veces se generaba una especie de cuchicheo en plenas reuniones entre Eugenio y Toribio, como indicando que se estaban reservando alguna opinión. Y esa actitud les daba una ventaja sobre todo el conjunto. Les d...
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