Capitulo 21

 





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Terminada la reunión en la capital con todos los jefes, era de suponerse, que Silverio y Toribio regresarían de inmediato. En el caso de que uno de ellos tuviera la razón, y habría de tenerla por la lógica de la aplicación del articulado, lo más conveniente era que diera el frente a la empresa lo antes posible; sobre todo para no dar ningún tipo de ventaja a su contrario, y para hacer imponer su voz de mando. Pero, ninguno de los dos había hecho eso. Al contrario, los dos se habían ido a sitios distintos, y ninguno había ido a asumir el mando, conllevando a más confusión y perplejidad a todos los súbditos, que ya estaban sospechando de sus jefes. Por otra parte, nadie se había pronunciado a nivel de la prensa, y todo seguía como antes, en la zozobra e incertidumbre. Damián y Matías habían tenido una larga conversación, y Damián había hecho una exposición de su convicción hasta el momento a Matías, quien ahora parecía empezar a comprender que las cosas estaban en contra de Silverio. Damián había estado convincente; pero Matías mostraba una postura de precaución, pues comprendía que era prudente no tomar partido, a pesar que tenía inclinación a favorecer el comportamiento de Silverio. Ya era media semana y todavía no había habido información certera y acertada sobre los jefes. Humb había dicho que en la noche del lunes, Silverio, había estado conversando con él y que se mantenía firme en la petición de la ejecución del traslado; e, igualmente, Humb se mantenía en su negativa. Eso hacía pensar que Silverio ya había regresado, a pesar de no tenerse información oficial. Se habían realizado ya algunos movimientos, y eso colocaba a los que se negaban y se mantenían en esa postura, a dudar y a confundirse más de lo que ya estaban. Greg había realizado su traslado y ya estaba desempeñando sus funciones, a pesar de que había dejado vacante su antigua sede, que a su vez estaba siendo asistida interinamente por Dom. Jorglui ya había hecho posesión oficial de su nueva asignación; y Fern, quien había entregado a Jorglui, ya estaba, igualmente instalado en su nueva sede. Así ya eran tres los que habían realizado sus cambios, aunque quedaba un lugar vacío o semivacío, que era el lugar que había dejado Greg. El caso era que ya se estaban realizando los traslados y cambios anunciados, y eso aumentaba la tensión y el nerviosismo de los que se negaban a moverse. Damián, ya no sabía qué pensar, al respecto. Cabía la posibilidad, por otra parte, que todo eso fuese estrategia y planificación de los dos jefes de manera consensuada. Y en caso de serlo, se aumentaba, entonces, la posibilidad de una estrategia macabra. Había que esperar que los días transcurrieran a la espera de más acontecimientos. En esa semana se estaba esperando que hubiese otros movimientos, y en caso de haberlos, pondría todo a favor de Silverio, quien parecía estar ganando terreno en esa disputa de poderes. Eso mismo llevaba a pensar que en la reunión de todos los jefes en la capital de los días anteriores, no se había tratado el tema; y si lo habían tratado, no había habido hasta entonces un pronunciamiento oficial. Cabía la posibilidad de que fuera toda una estrategia planificada y aplicada con pleno conocimientos de entrambos jefes. Todo hacía pensar en esa terrible posibilidad, aunque no se viera de inmediato los beneficios que ambos obtendrían, pues uno ya tenía su tiempo cumplido y nada ganaría; y el otro, estaba comenzando, y tendría mucho que perder al ganarse la animadversión de su gremio. Por otro lado, Nerio y Damián se habían distanciado y mantenían relaciones interpersonales muy estresantes entre ellos, pues Nerio se mostraba eufórico al tener conocimiento de la realización de los cambios que ya se estaban realizando; mientras que Damián se mostraba un poco cabizbajo al comprender que en la contienda todo estaba favoreciendo el criterio de Man; aunque en el caso de Damián, no se había podido dar cumplimiento de su traslado porque Marcos se aferraba a esperar el nombramiento del nuevo jefe, y en cierta manera, Damián salía ganando en esos momentos. Pero nada estaba seguro para Damián, y se rondaba todavía la idea de su traslado, cosa que mantenía a Damián bastante preocupado, a pesar de no haberse resistido a los cambios. 

Damián estaba experimentando una doble sensación en esos momentos. Por un lado, no quería dejar el lugar y puesto que ahora ejercía, en el que llevaba cerca de veinte años de servicio, y donde sentía que tenía todo su corazón. Pero, por otro, no descartaba la idea de la apertura a una nueva experiencia, distinta a la vivida hasta esos días. Y, entonces, no quería el traslado por la seguridad que sentía donde estaba; pero, si quería cambiar de ambiente y de realidad, aunque fuera solo por curiosidad. Eso significaba dejar la seguridad de lo conocido, cosa que le daba estabilidad emocional, para pasar a la vivencia de lo nuevo, cosa que le daba miedo simplemente por ser novedoso. En esos momentos entraba en una especie de crisis, entre esperar la ejecución de los cambios, y resistirse a ellos. Gozaba, sin embargo, de una relativa tranquilidad en esa situación de por entonces, pues su traslado estaba limitado y determinado por la entrega o resistencia de Marcos, quien se mantenía en su negativa firme y contundente. Pero, por otra parte, había elementos transitorios pues los cambios se estaban dando en otras dependencias, y eso le preocupaba un poco. Sabía, igualmente, que el orgullo herido de Silverio, no daría descanso hasta hacerse imponer en la decisión tomada, y llevaría a cabo todos los movimientos anunciados en aras de su imagen y prestigio en el ejercicio del poder; y en ese sentido, Damián se sentía vulnerable y expuesto a esa pugna de credibilidad, pues pensaba que si no sería para el lugar de Marcos, sería para cualquier otro, pues no podía quedar desautorizado Silverio por quienes se le oponían. Damián no había mostrado resistencia, y eso le favorecería; pero no lo eximía de quedar expuesto a los caprichos del momento. En esos mismos días se estaba corriendo el rumor de que Damián iría al lugar de Eugenio, o al lugar de Jim; porque los cambios se irían a realizar contra todo pronóstico, como en realidad se estaban sucediendo, quedando con ello en un alto grado de fragilidad las resistencias de Humb, de Luisma, de Mateo, y de los que se resistían a moverse de sus lugares. Se había llegado a pensar de que en nada habían servido las negativas de un comienzo. Y aumentaba esa sensación de fracaso el hecho de que Toribio no se hallara en la zona, y la falta de pronunciación oficial sobre la situación de mando y sobre la validez de las “facultades especiales” y su silencio oficial. Se podía ver el silencio de Toribio, como un reconocimiento implícito y tácito de esas concesiones extraordinarias otorgadas a Silverio. Ya los traslados realizados hasta esos momentos, eran una validación de esas facultades. Todo parecía indicar que lo mejor era desistir, pues la línea de la resistencia se estaba debilitando poco a poco. 





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