Capitulo 26
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Al día siguiente de la gran primera reunión con Cristóbal, el delegado especial, comenzaron a hacerse efectivos los cambios. El primero fue el de Humb, para su sorpresa; y no hubo alegato válido ni valedero para negarse a aceptar el cambio, pues Cristóbal apoyaba en todo a Silverio y lo respaldaba en todas sus decisiones. En los días siguientes se fueron realizando todos los demás cambios y traslados. Eso costó la vida laboral de dos encargados de oficinas dependientes de esa regional, que tomaron las decisiones de retirarse, renunciado a todo. Estas renuncias fueron más fruto de soberbia y orgullo, que de sentido común. Mientras tanto, quedaba convalidado en todo Silverio, y los cambios eran una ratificación del uso de las facultades especiales, pues quedaba más que evidente que a eso había venido Cristóbal, para apoyar en todo a Silverio.
Se estaba repitiendo la historia. Silverio volvía con sus risotadas y carcajadas bulleras, y él mismo estaba haciendo efectivo cada cambio y traslado, y volvía a utilizar el mismo recurso que siempre había estado usando:
-- El delegado especial decidió mandar y mandó decir que se dijera…
-- El delegado me mandó, porque él no pudo venir por sus múltiples ocupaciones.
-- Las decisiones de los cambios las ha tomado el señor
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